El gobierno francés acaba de declarar que Google debe pagar una multa de ?500,000 Euros (unos US$650,000 dólares) debido a que (no se rían) ofrecen a Google Maps de forma gratuita.
Todo esto se originó cuando una empresa local de Francia, Bottin Cartographes, se quejó ante el gobierno de que no podían competir contra el servicio gratuito de Google Maps (el cual a propósito, es superior al de la empresa francés, según me he informado por la red).
Y esto nos lleva una vez más a la misma reflexión de otro artículo que publiqué hoy hace unos minutos: ¿No estamos llegando demasiado lejos con esto?
Es bueno hacer un paréntesis para recordar un caso similar de hace varios años, pero que quiero que noten que aunque parecen casos similares, en realidad son bastante diferentes: Hace unos años, cuando Microsoft estaba en la cima de su monopolio en Windows, una empresa de nombre Netscape lanzó su navegador web (eventualmente este se convertiría en Mozilla, y hoy día Firefox), y lo vendía a un muy bajo precio.
Microsoft, al ser sorprendida con algo llamado "el Internet", compró una empresa que tenía un navegador web, lo modificó, lo reempacó con su logo, y lo colocó por defecto en todas las máquinas con Windows, y de paso obligó a todos los vendedores de Windows a que instalaran por defecto a su navegador Web, Internet Explorer. El resto, como dicen, es historia.
Pero este escenario de ahora es bastante diferente.
En ese entonces Microsoft tenía un monopolio en la única forma de distribuir software masivamente: Windows. Los fabricantes no tenían más opción que hacer lo que quería Microsoft (o se arriesgaban a perder licencias de Windows, o fuertes descuentos), y los consumidores en ese entonces no tenían Tiendas de Aplicaciones en donde recurrir para encontrar de forma fácil otros navegadores (recuerden, hablamos de los inicios de la Web, en donde tu primer navegador web no lo podías descargar con otro navegador web, sino que tenías que obtenerlo en un CD, o pre-empacado en tu PC, o descargado por FTP por usuarios técnicos). En otras palabras, no había, opción, era una medida monopólica.
Pero hoy día, con el Internet abierto y disponible para todos, cualquier empresa con una buena idea y un buen producto puede hacer negocio, incluyendo empresas francesas.
Pero, ¿qué ha ocurrido aquí? Que la empresa en cuestión, Bottin Cartographes, dejó de innovar, y en vez de invertir en tecnologías más modernas, recurrió a sus amigos legisladores y judiciales para pelear a nivel de cortes, en vez de tecnología.
Y eso, es muy peligroso, porque envía un mensaje al mundo de que (1) no se puede competir contra empresas como Google, (2) para competir hay que restringir la innovación, y (3) hay que salvar empresas que no innoven.
Mi opinión al respecto es (por frío que suene), que si una empresa no innova, que muera. Al final, los ganadores son los consumidores que obtienen mejores productos, y por ende, quien gana es toda la sociedad...
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