La joven Michelle Knight, hoy de 32 años, parece no haber tenido más que desgracias en su vida. Martirizada durante once años de secuestro, violaciones y abusos en la “casa del horror” de Cleveland (Ohio, norte de EEUU), maltratada en su adolescencia, es la única de las tres cautivas liberadas el pasado lunes que aún no se reunió con su familia.
Su cara sonriente en las tres fotos antiguas y un poco borrosas, ya que aparentemente la familia no poseía más, muestra a una joven de mejillas redondas y de pelo rizado de color castaño cobrizo.
Knight mide menos de un 1,50 metros y era apodada “La petisa”.
Después de su liberación el lunes no han sido publicadas más fotos de esta rehén que fue apodada como “la cautiva olvidada”.
El 23 de agosto de 2002, Michelle fue la primera de las tres víctimas en subir en el auto del sospechoso, Ariel Castro, de 52 años. Ese día de agosto, la joven tenía una audiencia en el tribunal para recuperar la custodia de su hijo.
Según la prensa local, su familia reportó su ausencia, pero después de 15 meses el FBI retiró su nombre de la lista de personas reportadas como desaparecidas.
Su reporte de búsqueda dice que la joven no estaba en su sano juicio y que tenía la tendencia a huir. Eso hizo pensar, incluso a sus familiares más cercanos, en la probabilidad de una fuga más que de un secuestro.
Antes del secuestro, Michelle ya contaba con una historia de vida muy triste: en la secundaria fue violada por uno de sus compañeros de clase, y fruto de la agresión quedó embarazada y tuvo que abandonar sus estudios, dijo a los medios un miembro de su familia.
En su hogar, la pareja de su madre era violento. Según la prensa local el hombre había estado en prisión por haberle roto el brazo a un niño.
Una acusación de violación contra la chica fue desestimada.
Hace algunos días, el diario Plain Dealer, citó a su madre, Barbara Knight, diciendo que se arrepentía de haber convivido con un hombre violento. Perdió la audición de uno de sus oídos.
Michelle quedó confinada en la casa de la calle Seymour Avenue, en la localidad de Cleveland, donde permaneció en soledad hasta la llegada de Amanda y luego de Gina.
Ella parece ser la víctima que fue más martirizada y fue la última en dejar el hospital, el viernes pasado, tras su liberación el lunes anterior.
Según su abuela, Deborah Knight, “ella fue golpeada con tanta fuerza que deberá ser sometida a una operación de reconstrucción de la cara y perdió la capacidad auditiva de un lado”.
Según el relato de Michelle a los policías, habría quedado embarazado al menos cinco veces durante su cautiverio.
“Ariel Castro le hizo perder el bebé”, según el informe policial, citado por la cadena CBS, que hace referencia al menos a un embarazo durante el periodo de su secuestro. El victimario le habría hecho pasar hambre y luego la habría golpeado en el vientre hasta que tuvo un aborto.
El exconductor de autobus desempleado compró una pequeña piscina inflable en la cual Amanda Berry dio a luz el 25 de diciembre de 2006. Michelle fue obligada a ayudarle durante ese parto bajo la amenaza de matarla si el bebe no sobrevivía.
El lactante dejó de respirar en un momento y la joven le hizo boca a boca para salvar su vida y la propia.
En el hospital, ella se negó a recibir visitas, entre ellas las de su madre que viajó desde Florida (sudeste).
Barbara Knight “vino al hospital con flores para su hija, pero le dijeron que ella no recibía visitas”, dijo Jay Milano, abogado de la madre, que enseguida habría abandonado el hospital.
Actualmente no se sabe la ubicación de Michelle, algunos medios han afirmado que la familia de Gina quería adoptarla.
Según el abogado que representa a las tres mujeres, Michelle tiene un buen estado de salud y dijo que se reuniría con su familia, sus amigos y sus seres queridos y aquellos que la apoyaron, en el momento adecuado.
AFP
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